Contra todo y contra todos

"Se lo dedicamo? a todos, la re..." El canto surgió del racimo de jugadores que saltaba en el centro mismo del Monumental, apenas desde La Plata llegó la noticia de que Estudiantes no había sido capaz de ganarle a Colón.



El canto, un hit ochentoso con copyright de los campeones del mundo de México 86, se entona con voces de orgullo, notas de resentimiento, acordes de convicción y ritmo de desahogo. El canto es contra todo y contra todos, así como fue campeón River.



El título, que podría haber sido uno más en la estadística, termina siendo uno de los más impactantes y debería ser uno de los más trascendentes.



Podría haber sido uno más, si el fantasma continental de Boca hubiera llegado (o estuviera por llegar) otra vez a la cima de América o si el San Lorenzo de Ramón Díaz, nada menos, hubiera festejado el centenario con la única Copa que quería. Pero no sólo no se dio nada de eso, sino que, además, el vencido en los últimos pasos fue el Estudiantes de Verón... nada menos.



Termina siendo uno de los más impactantes por todo eso, pero también por las insoslayables condiciones en las que se dio: en esta historia, ahora de triunfo, hay algunas páginas salpicadas por el maíz que cayó desde la propia platea San Martín y otras escritas con frases como las de Ahumada o con intrigas como las de Ortega.



Debería ser uno de los más trascendentes, si es que no se toma la vuelta olímpica como fin, sino como principio de algo mejor. Diferente. Así como un Saviola observó la consagración de su viejo equipo desde la platea, el próximo que esté en su lugar será Carrizo, y seguramente Falcao, tal vez Augusto Fernández... ¿No será el momento de refundarse sobre la continuidad´



Ariel Ortega resultó vital, es cierto, pero el jugador más desequilibrante de River en este torneo increíble se llamó Diego Buonanotte. El gol que quedará en la historia como el del campeonato fue obra de los dos: cuando se levantaron, después del festejo, y encararon hacia el centro de la cancha, el golpe de vista provocó la imagen equívoca de verlos a los dos con el mismo número en la espalda. Pero no: uno tenía el 10; el otro, el 30. Uno es pasado glorioso con destellos brillantes en el presente; el otro es presente fulgurante con futuro venturoso. Retenerlo, que tome la posta, sería una señal de cambio...



Fue River, finalmente, un equipo de Simeone. Pero lo fue recién en el momento de adversidad extrema, cuando la suma de desgracias podría haber hecho temblar a cualquier otro: después de un superclásico decepcionante, del Monumentalazo, del "silencio atroz", del supuesto "Ortega o nosotros". En esos casos fue de él porque tomó decisiones importantes -mantenerlo a Ahumada y convertirlo en caudillo; aprovecharlo a Ortega y contribuir a su idoloatría- y fue de él porque tuvo su espíritu combativo -en Santa Fe y en el Monumental, para ganar cuando había que ganar-. ¿Cómo lo logró? "Siempre creer y tener claros los objetivos."



Simeone lo dijo, Simeone lo hizo.



Autor: Daniel Arcucci


by Marchegeck